Inculcando el amor por las palabras

Los niños que tienen una “riqueza” de palabras tienen una “riqueza” de ideas. El número de palabras que  un niño entiende es el mejor indicador de cuan bien entenderá lo que lee. Hablarle mucho desde recién nacido, animarlo a hablar haciéndole  preguntas aunque no responda perfectamente y leerle en voz alta diariamente, son pequeñas estrategias para conseguir que tu hijo entienda lo que lea y se pueda expresar mejor.

 

Si les pudieras dar algo a tus hijos en este mundo, deberías darle el amor por las palabras. Los niños que pueden expresar sus sentimientos no son tan temperamentales y aprenden a controlar su propia conducta usando las palabras. Con cada nueva palabra, un niño gana una visión más amplia del mundo que lo rodea. En los primeros años, todos los animales de cuatro patas serán perros o gatos para ellos, pero luego las nuevas palabras los transforman en caballos, vacas, cerdos, elefantes y cebras. Los niños que tienen una “riqueza” de palabras tienen una “riqueza” de ideas.

A los cuatro años, el número de palabras que un niño entiende es un buen indicador de cuan fácil le será aprender a leer en la escuela primaria. Es aun un mejor indicador de cuan bien entenderá lo que lee y expresará sus ideas a través de la escritura después. Entonces, ¿cómo le das este maravilloso regalo a tu hijo? 

Primero que nada, habla mucho. Habla cuando le des de lactar, cuando le cambies los pañales, cuando laves los platos o camines por la calle.

Segundo, escucha. Antes de que tu hijo pueda hablar claramente, hazle preguntas y escucha sus respuestas. Asume que tu hijo tienen ideas y trata de imaginar cuales son. Investigaciones al respecto han encontrado una conexión directa entre el vocabulario del niño y el número de palabras que escucha y especialmente el número de preguntas que es invitado a responder.

Tercero, lee en voz alta todos los días. Hay muchas razones para leer en voz alta, pero la mejor es que los libros contienen palabras; muchas nuevas, diferentes e interesantes palabras. Incluso los libros ilustrados pueden dar lugar a conversaciones que no se originarían ordinariamente en la vida diaria.